Ecuador, la justicia y el asilo

Gabriel Ordóñez Nieto

Ecuador y México se enfrentan en un conflicto diplomático desencadenado por un delincuente que tomó la decisión cobarde de alojarse en la embajada mexicana, para eludir a la justicia que lo reclamaba para que cumpla la sentencia por el caso sobornos y responda en una audiencia por el posible delito de peculado en la reconstrucción de Manabí. Permaneció durante meses esperando el asilo diplomático que llegó luego de producirse un impasse diplomático y pretendió abandonar (huir) del país sin el salvoconducto correspondiente, amparado al parecer por funcionarios de la legación.

Es pertinente señalar que Glas lleva varios años de problemas con la justicia, sometido a juicios ceñidos al debido proceso en la corte nacional de justicia, recurrió a todos los recursos posibles en la legislación ecuatoriana, fue sentenciado en todas las instancias, sin posibilidad alguna de revertir las sentencias. Esta realidad sin embargo no impidió que buscara alcanzar la ansiada libertad de cualquier manera y a cualquier precio. Las investigaciones de los casos purga y metástasis vienen aportando suficiente información para probar la naturaleza fraudulenta de los beneficios otorgados. Este historial delictivo no ha concluido, es absurda por consiguiente, la concesión graciosa del estatus de perseguido político.

Es verdad que desde la convención de Viena del 18 de abril de 1961 se reconoce la inviolabilidad de las sedes diplomáticas como también es verdad que la convención de Caracas del 28 de marzo de 1954 (hace 70 años) estableció que «no es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes, o estén condenadas por tales delitos y por dichos tribunales…» la disposición calza sin duda, sin atenuantes, al estado jurídico de Glas Espinel. No debió recibir el asilo político y Ecuador hizo lo correcto al negarle el salvoconducto. Absurdo por más que le corresponda al país asilante calificar la situación.

También es cierto que en el artículo IV se lee: «Corresponde al estado asilante la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución» En el presente caso, de un brochazo se descalificó el proceso de más de un lustro de duración, llevado a cabo en las instancias más altas de la justicia ecuatoriana para obsequiar a un cumpleañero prófugo el asilo de un sentenciado. No hay razones ideológicas, tan solo se aprecian caprichos y recompensas por oscuros acuerdos que han llevado a los dos países a vivir una situación incómoda. Los pueblos están hermanados, saben que es mucho lo que los mantiene unidos al margen de las rabietas de los políticos que juegan sucio.

El presidente Noboa está fortalecido, goza del respaldo de su pueblo que ha mirado su coraje al enfrentar a la narcopolítica, a la delincuencia organizada y a los atracos de los fondos públicos. Ha reconocido su valentía al defender las decisiones tomadas por las instituciones nacionales en pleno goce de su soberanía.

Debe ahora anticiparse a los hechos, denunciar y castigar a los traidores a la patria, a los politiqueros que se rasgan las vestiduras por defender al pana, al miembro de la familia delincuencial atrapada en su lodazal con pestilencias de traición a la patria. También debe convocar a ecuatorianos patriotas, limpios de correísmo, internacionalistas, abogados y más especialistas para iniciar la defensa y abanderarse de la indispensable actualización del convenio de Viena.

Mientras tanto toca cerrar filas con el presidente, permanecer unidos ante la comunidad internacional y apoyar masivamente en la consulta para sepultar a los canallas que claman por sanciones a su patria.

Quito DM 9 de abril de 2024

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