Gabriel Ordóñez Nieto
El conflicto diplomático Ecuador México no ha subido de intensidad pese a que el país azteca presentó una demanda en la Corte Internacional de la Haya y pese a la solicitud de sanciones desproporcionadas contra Ecuador. Al principio parecía que la comunidad internacional se había inclinado de manera contundente y definitiva a favor de la tesis mexicana pero, poco a poco, han aparecido voces y posturas que de alguna manera justifican las acciones ecuatorianas pese a que un expresidente mesiánico y desequilibrado solicitó, en algún foro internacional y en numerosas entrevistas concedidas a medios digitales, sanciones drásticas y severas contra su país y su pueblo, no sorprende, desde luego, que la mayoría de sus coidearios y seguidores sumaran voces y peticiones en el mismo sentido. Una postura nada patriótica calificada por el gobierno, con toda justicia y acierto, como traición a la patria.
El Consejo Permanente de la OEA condenó enérgicamente, como era de esperarse, la incursión de las fuerzas del orden en la sede de la embajada, sin tomar en cuenta atenuante alguno. A estas alturas del incidente México ya había roto las relaciones diplomáticas con Ecuador y ordenado el retorno del personal acreditado a su país. Aparte del fuerte llamado de atención y para desgracia de muchos malos ecuatorianos no se aplicó ni sugirió otra sanción contra el país, más bien, se pidió que las embajadas no sean mal utilizadas, respetar todas las leyes y reglamentos del estado receptor y no inmiscuirse en los asuntos internos de ese estado.
A continuación AMLO ordenó a la canciller Alicia Bárcena presentar una denuncia en la ONU junto a la petición de suspender al Ecuador como integrante de la organización de las Naciones Unidas, en tanto no se emita una disculpa pública reconociendo las violaciones a los principios y normas fundamentales del derecho internacional. El Secretario General Guterres señaló que una eventual salida de Ecuador del organismo depende de los estados miembros, que son nada más y nada menos que 193 y que tal evento solo ha ocurrido una vez en toda la historia de las Naciones Unidas.
México ha equivocado el camino. Ha desoído a la OEA y a la ONU que recomiendan paz y diálogo para solucionar el impasse. Pide (exige?), con amenaza de sanciones mayores, que Ecuador presente ante el mundo disculpas públicas, lo cual implica reconocer que no tuvo razones para evitar el escape de un delincuente que ha causado mucho daño a su país y a las relaciones entre naciones hermanas, cuyos pueblos, no deben sufrir las consecuencias de las acciones de quienes pretenden el imperio de la impunidad y de la injusticia en desmedro de la moral, la probidad, la templanza y la justicia.
La dignidad no tiene jerarquías, existe o no existe, si existe debe contar con la valentía para defenderla. Si esto implica denunciar ante cortes internacionales:
- La grosera intromisión en los asuntos propios de un estado, con ofensas incluidas;
- La violación de las reglas del asilo diplomático al conceder refugio a un delincuente sentenciado por los más altos tribunales de justicia del Ecuador;
- La graciosa concesión de estatus de perseguido político, desconociendo el accionar libre y soberano de la justicia ecuatoriana, rebasa los límites de la intromisión para situarse como agresión al honor, al orgullo y la honra de los ecuatorianos.
SI toca desenmascarar el rostro demoníaco de gobernantes que se creen poderosos porque trafican poder, droga, influencias, sexo y dinero, toca hacerlo.
Es bueno, claro que sí es bueno, tener la fuerza de un gigante pero es horrible utilizarla como un gigante.
«El respeto al derecho ajeno es la paz» Quito DM 14 de abril de 2024
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