Gabriel Ordóñez Nieto
Un hombre muy querido y muy conocido en el Ecuador por muchas razones, todas muy válidas porque se trata de una persona con cualidades propias y que siempre ha mantenido un perfil pleno de carisma, sencillez y templanza que le hicieron merecedor del aprecio, cariño y admiración de un pueblo, como el nuestro, que sabe reconocer los valores que adornan a los personajes públicos. Cañitas, es su nombre artístico, llegó al país en octubre de 1972, dejó su patria de la estrella solitaria, su Chile amado, dueño de viñedos, productor de vinos de excelente calidad, cuna de Gabriela Mistral y Pablo Neruda, poetas galardonados con el premio Nobel de literatura gracias a una producción poética que arraigó en lo más profundo del sentimiento universal. Los versos de estos vates circulan entre los espíritus poblados de fervor patriótico, de hidalguía, de amor y sentimientos tiernos y galantes, sus poemas copan todas estas vertientes.
Alberto abandonó una patria convulsionada. El gobierno de la Unidad Popular había perdido terreno a causa de políticas, sobre todo económicas, rechazadas por la mayoría de la población. Debido a esto tambaleó toda la estructura social y política de Chile que tuvo como consecuencia inmediata, el debilitamiento de la producción con inevitables secuelas en las fuentes de empleo y trabajo. En tales condiciones, el joven Alberto, se vio precisado a buscar nuevos horizontes, abandonó Chile y en octubre de 1972 recaló en el Ecuador, tierra siempre amable con gente de ese país pues sus históricas relaciones han sido amistosas y han logrado, anteponer la cordialidad diplomática, a cualquier fricción que pudiera ensombrecer la prolongada relación de amistad y fraternidad que ha dado buenos frutos a los dos países.
Se radicó en Quito, acogedora ciudad andina, de clima estable la mayor parte del tiempo, de gente amable por naturaleza. En 1972 hubo un golpe de estado que derrocó al entonces presidente constitucional del Ecuador, Dr. José María Velasco Ibarra y se instaló en el poder el General Guillermo Rodríguez Lara. La acción fue incruenta, se produjo durante los días de carnaval razón por la que los quiteños, haciendo uso de su tradicional buen humor, llamada la «sal quiteña» lo bautizó como «el carnavalazo» nombre con el que pasó a la historia y así se lo recuerda en nuestros días. La república de Chile, por su parte, era gobernada por el Dr. Salvador Allende, con un programa revolucionario de izquierda que tomó medidas drásticas, con el siempre encomiable deseo, de favorecer a los más pobres, la intención no duró mucho porque la situación se complicó en extremo y se establecieron condiciones que despertaron los intereses de grupos económicos y sociales contrarios a los del gobierno de la Unidad Popular. El general Carlos Prats, hombre de confianza de Allende, renunció a la comandancia del Ejército de Chile, fue reemplazado el 23 de agosto de 1973 por el general Augusto Pinochet, que pocos días después, el 11 de septiembre, asestó un golpe de estado cruento, con muchos muertos, heridos, prisioneros y desterrados.
Alberto Cañas vivió las dos dictaduras, la durísima encabezada por Pinochet y la «dictablanda» dirigida por el general Rodríguez Lara. Sus experiencias de estos hechos deberían constar en algún escrito biográfico de este apreciado ciudadano que, en sus primeras etapas en el Ecuador, se desempeñó como vendedor de zapatos, corbatas y carteras, tuvo suficiente acogida para sortear las infaltables dificultades económicas que atraviesan los migrantes. En esos días, hombre de buen talante, de buen humor, inteligente y emprendedor tuvo contacto con personajes de la capital, vinculados a distintas actividades.
Tuvo uno que le cambió la vida. El señor Jorge Aguilar Veintimilla en conocimiento de la formación y talentos de Alberto le ofreció un trabajo en Radio Colón, mismo que fue aceptado de inmediato y se encargó de sacar adelante el programa llamado «entre amigos» para tratar una temática variada. Se hizo conocer como conductor exitoso de actividades relacionadas con la comunicación masiva. Los buenos augurios acompañaron a este joven chileno radicado en el país, alejado de su familia que permanecía en su patria convulsionada y que era noticia mundial por la dureza de las medidas aplicadas contra los opositores de la dictadura derechista de Pinochet, muchas víctimas pertenecieron a los sectores culturales del país: fueron eliminados o deportados. Cañitas, por supuesto estaba impactado y muy preocupado por la situación de su país y de su familia. Él por fortuna había consolidado su situación laboral y respiraba tranquilo en la parte económica.
Su buena suerte y aceptación habría de tener un impulso adicional. Por ese tiempo el señor Antonio Granda Centeno, gran empresario ecuatoriano, adquirió Radio Colón y casi al mismo tiempo el canal de televisión gestionado por HCJB mismo que se convertiría, con el paso del tiempo, en Teleamazonas. Esto ocurrió en 1973, fue invitado a laborar en el canal y lo aceptó de inmediato para dar inicio a su prestigioso programa TELEJARDÍN dedicado, desde el principio, a educar y entretener a los niños del país, el programa tenía alcance nacional con una duración de tres horas. En materia de entretenimiento incorporó personajes cómicos como el indio Manuel, el payaso bobito, recordados hasta ahora por quienes fueron niños que disfrutaron los programas. En materia educativa tenía concursos de historia y geografía con interesantes premios para los niños ganadores pues tenía buenos auspiciantes entre los que destacó la empresa de Almacenes Rickie.
Un detalle digno de resaltarse es el relacionado con las canciones utilizadas en el programa que, en varias ocasiones fueron creadas por Cañitas e interpretadas por él. Una muy recordadas decía: «vamos a reír, vamos a cantar, juntos como hermanos en Telejardín» una letra con su brillo propio y con un mensaje de unión y fraternidad. Otro detalle recogido de alguna de las entrevistas que le hicieron varios medios de comunicación al conductor del programa, tiene que ver con su amor por los animales y su inclusión como personajes en su programa que tuvo 20 años de éxitos y acogida y, durante los cuales se emitieron, nada más y nada menos, que 1300 programas. Esto fue posible gracias a la integración y consolidación de un equipo cohesionado de actores, guionistas, camarógrafos, maquilladores, productores y más personas indispensables para cubrir todas las complejas tareas de un programa de televisión en vivo, en una época sin tanto brillo ni despliegue de la tecnología, el equipo estuvo obligado a cuidar todos los detalles, evitar errores al máximo y ser en suma muy meticulosos.
Alberto Cañas conoció todo el país. Lo recorrió a lo largo y a lo ancho llevando su alegría y solidaridad a muchos pueblos del Ecuador. El autor de esta nota lo conoció en una fiesta infantil que organizó a propósito de los cumpleaños de 2 de sus hijos, el evento como se puede imaginar fue un éxito pues los niños tuvieron la oportunidad de abrazarlo, estrechar su mano, gozar de sus frases y de su sonrisa. Lo mismo ocurrió en muchos hogares de la capital y del país. Sin duda alguna, con todo lo reseñado Cañitas marcó una época en Teleamazonas y en el Ecuador entero.
En 1993 decidió, al finalizar el ciclo de su exitoso programa, retornar a Chile en pos de la reunificación familiar. Ha retornado un par de ocasiones y ha sido muy bien recibido por quienes fueron sus compañeros de trabajo, sus admiradores y público en general. Se ha enterado y ha lamentado, hombre sensible como es, de la partida de algunos de sus compañeros de actuación. Con los otros, con los que aún gozan de salud y vida, recordó con emoción la historia escrita con amor a los niños que recibieron entretenimiento y educación en un programa que no se ha repetido desde aquel año de su terminación.
El último de sus regresos fue para el reencuentro con una dama, distinguida empresaria quiteña María Teresa Espinoza Valencia, con quien ha tejido una inmensa urdimbre de amor, colosal y maduro, que terminó en matrimonio por amor, solo por amor, lejos de cualquier interés que pudiera empañar el final de un par de vidas signadas por la felicidad.
El país debe reconocer a Cañitas sus invalorables aportes a la cultura y al desarrollo de una niñez en el marco del sano entretenimiento.
Quito DM 30 de octubre de 2023
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