Filosofía del Amor: Camino a Elegir es un libro que lleva en su título dos sustantivos que tienen definiciones procedentes de vertientes distintas: unas veces complementaria y otras veces no.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define al amor desde una perspectiva académica y deja unas brechas que dan cabida a reflexiones de orden práctico y cotidianas. Se lee por ejemplo que es “un sentimiento intenso del ser humano que partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser” o se trata “de un sentimiento hacia a otra persona que naturalmente nos atrae y que procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear” también lo define como “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo” y “como tendencia a la unión sexual”
Al abarcar otros ámbitos lo consigna como “blandura, suavidad” y como ejemplo utiliza esta oración: “cuidar el jardín con amor” también lo define como “esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella” Lo último aplica, casi a la perfección, con la tarea que le significó a la doctora Gladys Llanos la redacción del texto materia de este prólogo.
En el mismo diccionario se define a la filosofía del siguiente modo: “conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano” En apoyo de estas palabras concurren millares de personajes reconocidos desde la época pre socrática como cultores de un pensamiento que se alejó de las concepciones mágicas de la vida en todas sus formas. Los filósofos de la naturaleza dieron los primeros pasos en este sentido al proponer que el hombre es una mezcla de tierra, agua, aire y fuego sometida a las cambiantes condiciones del ambiente, del entorno.
En la misma obra lexicográfica se lee “doctrina filosófica” y se coloca como ejemplo “filosofía de Kant” uno de los pensadores más influyentes de la era moderna. Es preciso, sin embargo, anotar que muchos antecedieron a este reconocido alemán y aportaron lo suyo en la construcción de una disciplina con millones y millones de seguidores a lo largo de la historia. Aristóteles, uno de los destacados aseguró que la “poesía es más filosófica y más digna que la historia pues la poesía se refiere más a lo universal que la historia que se enfoca más en lo particular”. En la poesía las palabras no establecen por si mismas su significado, es el lector el que completa su sentido. En el libro, la autora, consigna al margen el poema “Carta de creencia” escrito por Octavio Paz, añade su propia comprensión de las palabras, las matiza y extiende con sus sentimientos de mujer plena las ideas del autor.
Cuando a Enstein le preguntaban si creía en Dios el respondía diciendo que se consideraba un panteísta y que creía en el Dios de Spinoza, filósofo holandés del siglo XVII. En lo fundamental y en lo referente al tema del libro, este filósofo, muy cuestionado en su época escribió:
“Dios hubiera dicho: ¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he cho para ti.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito…¡No me encontrarás en ningún libro!”
Es comprensible, luego de pergeñar estas palabras expuestas con una valentía casi inconcebible en el siglo XVII que Spinoza, haya recibido ataques furibundos de los apasionados de distintas religiones que sostenían la existencia de un dios bondadoso con quien cumplía los preceptos y directrices impuestas por altos jerarcas. Era, por el contrario, implacable con las personas que incumplían o violentaban los contenidos de los libros sagrados, los castigos a los pecadores eran de una severidad inhumana. Spinoza no creía en estas cosas. Para él dios está visible en los milagros diarios de la naturaleza y en sus maravillas expresadas en las montañas, los bosques, los ríos, los lagos, las playas.
Estos pensamientos vistos y oídos en la actualidad son alentadores y llenan de esperanza a humanos penetrados de una tecnología muy avanzada, de inteligencia artificial in crescendo que le explican muchas cosas y le han llevado a explorar el cosmos y planificar viajes interplanetarios. Pese a esta realidad indiscutible al hombre aún le queda un resquicio para dejar que le penetre una fe, inamovible en unos casos o dubitativa en otros, de la existencia de algo superior al universo mismo.
De la lectura del texto surge una pregunta ¿Amar es una tarea fácil? ¿Se da por generación espontánea o es complicada? La mayoría se inclina por lo primero pero, el arte de amar solo se alcanza con humildad, coraje, fe y disciplina. Sin estos ingredientes se enrumba directo al fracaso. En los siglos anteriores el amor no era una experiencia personal, propia de la naturaleza de cada quien, era más bien un convenio, un contrato a veces entre familias o familiares. Se pensaba que el amor llegaría, después en un matrimonio a todas luces concertado. Pese a que el amor romántico ha florecido en occidente aun se asiste a ceremonias arregladas por el motivo que fuere. La inclusión del concepto de libertad en el amor concede nuevas dimensiones al arte de amar, nuevas experiencias se viven gracias a este giro del presente y del pasado reciente.
El libro que se prologa, pasa revista y comenta: la juventud y el amor, el amor y la modernidad así como temas algo sugerentes como los desórdenes del erotismo, el libertinaje sexual y más asuntos relacionados.
El amor ha caminado siempre de la mano del arte en todas sus formas, de la palabra hablada o escrita, de la historia, de la filosofía, de la música, de la mitología y de todo cuanto tiene que ver con una existencia humana que apenas guarda restos instintivos de su vida erótica y sexual, aun cuando haya emergido del reino animal. Ahora tiene consciencia de sí mismo, de su pasado, de sus semejantes y de sus posibilidades futuras.
Laureados poetas, coronados como Octavio Paz y Pablo Neruda cantaron al amor y al erotismo. Versos de dicha dejaron a raudales. También gimieron olvidos y desencuentros. En un mismo poema pasan de la cumbre al abismo, de la alabanza al escarnio como se puede leer en la “Canción desesperada” que inicia ubicando la posición del poeta en tiempo, espacio y estado de ánimo:
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy
El río anuda al mar su lamento obstinado
Abandonado como los muelles en el alba
Es la hora de partir ¡Oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas
¡Oh sentina de escombros feroz cueva de náufragos!
Con sentidos versos halaga y recuerda a la mujer amada:
En ti se acumularon las guerras y los vuelos
De ti alzaron las alas los pájaros del canto
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí
A ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto
Era la negra, negra soledad de las islas,
allí mujer de amor me acogieron tus brazos
Era la sed y el hambre y tu fuiste la fruta
Era el duelo y las ruinas y tu fuiste el milagro
Evoca sus recuerdos amorosos con poesía plena de emoción y calidad:
Era la alegre hora del asalto y del beso
La hora del estupor que ardía como un faro
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto
El más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido
Se refiere a los apasionados encuentros carnales con la mesura propia del amante juvenil y respetuoso:
Oh la boca mordida, oh los besados miembros
O los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
En que nos anudamos y desesperamos.
Recuerda la paz y el sosiego vividos luego del encuentro gozoso:
Y la ternura leve como la harina y el agua
Y la palabra apenas comenzada en la boca
Pero algo no salió bien y el poeta descarga versos amargos para evocar a la amada ausente:
Oh sentina de escombros en ti todo caía
Que dolor no exprimiste que olas no te ahogaron
De tumbo en tumbo aun llameaste y cantaste
De pie como un marino en la proa de un barco
Aun floreciste en cantos, aun rompiste en corrientes
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo
Decide por fin, desde su marcada soledad y desde su dolor irreparable:
Es la hora de partir, la dura y fría hora
Que la noche sujeta a todo horario
Abandonado como los muelles en el alba
Solo la sombra trémula se retuerce en mis manos
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo
Es la hora de partir. ¡Oh abandonado!
De Octavio Paz, se transcribe en el libro, como ya se dijo, el poema “Carta de creencia” comentado por Gladys Llanos, con una invitación final a que ustedes lo lean y obtengan sus propias y sentidas conclusiones.
Gabriel Ordóñez Nieto
Quito DM, febrero de 2020
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