corrupción

Corrupción

Hoy el Ecuador soporta una etapa difícil en su historia contemporánea debido a la extensión y profundidad de dos perniciosas realidades que, al actuar sinérgicamente, ponen en mayor peligro la sobrevivencia de la organización social y la estructura y funcionamiento del Estado en su conjunto: la epidemia por coronavirus y la corrupción.

La gravedad de la epidemia y la desembozada corrupción que nos aflige, ha golpeado con inusual saña las posibilidades de bienestar -presente y futuro- de nuestra población. La enfermedad, la muerte y el latrocinio son los temas recurrentes de las conversaciones, tanto del ciudadano común como de los foros de intelectuales, políticos y académicos.

En el contexto referido, ponemos a consideración de la ciudadanía el presente análisis y la propuesta consecuente, aclarando que no se pretende de manera alguna universalizar generalizar criterios sobre actores públicos y privados intervinientes, porque tenemos la certeza de que hay quienes actúan correctamente.

Infinidad de iniciativas, análisis, acuerdos, normas y leyes relacionadas con producción, provisión, adquisición, distribución de medicamentos e insumos médicos en el país se han ensayado. Existen estudios y análisis sobre todo el aparataje administrativo, jurídico y regulatorio. Hasta ahora se han discutido decenas de opciones, modificado normas, decretos, modelos, reglamentos, regulaciones. La legislación y las iniciativas brotan habitualmente ante la crisis pero, las propuestas suelen tener un carácter meramente circunstancial. (Revisar Decreto Ejecutivo No. 1033 del 5 de mayo del 2020). La corrupción endémica marca los resultados. La revisión de episodios desde siempre y sus réplicas actuales, confirman y ratifican.

Creemos que la corrupción en las adquisiciones públicas de medicamentos e insumos está estructurada en una confabulación orquestada que se enzarza en forma unívoca y perenne al amparo de un presunto derecho consuetudinario. Su estructura es abigarrada, se sostiene en una sucesión de microcircuitos: círculos viciosos que no permiten identificar la punta del ovillo.

  1. El proceso tiene una fase de planificación, distorsionado por crónicas y abultadas falencias administrativas estructurales e influida por adquisiciones compulsivas, circunstanciales o emergentes y, por parafenómenos ampliamente conocidos: enorme número de oferentes, “sistema de carrusel”,  ausencia crónica de kardex, intromisión inescrupulosa del oferente sobre prescriptor y  consumidor. Todo esto en el entorno de una débil estructura digital y la proliferación de actividades manuales lerdas y torpes que recorre innumerables controles previos, intercurrentes y ulteriores. Este es el primer círculo vicioso. Ausencia de interrelación positiva, coordinada y compartida público-privada, sumada a distractores del control. Cada instancia protege su accionar, todos se nutren de  la perversión, se reinstala el circuito. 
  2. Siguiente etapa: el usuario debe gestionar la prescripción, documento habilitante que puede resultar parcial y generar nuevas consultas que aumentan la demanda asistencial. Más trámites. A más recetas no despachadas, mayor demanda de consultas, mayor volumen de trabajo administrativo, mayor lentitud y crecimiento de la insatisfacción del usuario. Segundo circulo vicioso. Todo lo que favorece la  inercia del proceso, cierra el círculo de la depravación. Impresiona que el paciente, el prescriptor y el oferente además,  carecen de conciencia sobre compliance (grado de cumplimiento de la prescripción) y sobre efectos indeseables y secundarios, lo que facilita la polifarmacia y el subsecuente incremento del consumo. Se benefician los actores y  aseguran mayores beneficios, además estimula la proliferación de nuevos oferentes (los mismos con otros nombres).
  3. Los sectores privado y público convertidos en socios en pro de favorecer sus beneficios facilitan nuevos caminos de corrupción,  favorecen otros circuitos viciosos lejos de fortalecer las verdaderas necesidades institucionales.La institucionalización pública está confundida por factores propios de la abultada organización burocrática tradicional. La opción privada satanizada por el sector público, aparenta ser más orgánica, pero se muestra carente de transparencia. La demonización de lo público y la mitificación de lo privado, cierran el círculo de la perversión. Tercer círculo vicioso.
  4. Por último, el desarrollo del sistema digital en las instituciones del estado no alcanza modelos de inteligencia artificial y pasa a depender de la información del sector privado.La demanda termina por quedar supeditada a la oferta. Es así una gestión dependiente, fortaleciendo la corrupción desenfrenada. Cuarto círculo vicioso.

La tarea del Estado será romper las cadenas de estos circuitos enarbolando un diálogo democrático entre las partes. Un compromiso social por construir. Consideramos que la integralidad de las obligaciones es responsabilidad de la institución y del estado.

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