El Ecuador, gracias a las novelerías de Montecristi, pasó de ser un país de derecho a uno de derechos. Estos se han multiplicado y continúan en aumento sin orden y sin control. Muchos beneficios se convierten en derechos cuya satisfacción demanda, en la gran mayoría de casos, ingentes sumas de dinero que el país no tiene ni tendrá si la situación se prolonga en el tiempo.
Los ejemplos son numerosos. Las exigencias aumentan y las maneras de solicitarlos pasan de los plantones a los gritos, luego a las marchas y actos de violencia como los de octubre de 2019, en esos días a pretexto del derecho a la resistencia (absurdo por donde se lo mire) se cometieron actos que dieron lugar a manifestaciones de odio, intolerancia y brutalidad. Resultó muy fácil confundir resistencia con violencia y los resultados fueron lamentables para la sociedad en su conjunto.
El derecho a la vida es indiscutible y supremo, así está consagrado en las declaraciones universales. Debería respetarse en todas partes pero la situación actual de Ucrania demuestra que no es así. Muchos civiles inocentes han muerto. Niños y mujeres han sido víctimas de la invasión. El derecho, en todo caso, lleva implícito el deber de cuidar el más valioso de los tesoros de la humanidad: la vida. No está bien cometer excesos que causan enfermedades como el cáncer de pulmón, cirrosis hepática, diabetes y luego demandar tratamientos costosos y gratuitos que restan recursos para atender patologías propias de la infancia o problemas relacionados con el embarazo y el parto, por ejemplo.
El derecho a la salud es inmanente a la vida. El estado, no solo el gobierno, tiene la obligación de promover políticas públicas para ofrecer una atención integral de la salud. Como es una obligación que compete a todos, como contrapartida corresponde a los ciudadanos, el autocuidado responsable de la salud, la aplicación esmerada y cuidadosa de medidas de prevención como la vacunación, mantener un ambiente sano manejando de modo apropiado la basura, no amontonar los desechos en las quebradas, etc. Es preciso tomar en cuenta que los avances acelerados de la medicina en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades se ha encarecido de manera importante y a este paso resultará insostenible, un sistema que atienda desde un cólico hasta trasplantes de corazón, hígado y más de manera totalmente gratuita. Los países en los que esto es posible tienen cargas impositivas que acá sería imposible aplicar por la resistencia y oposición a pagar impuestos. En el país, las autoridades tienen que buscar un sistema que logre la colaboración del sector privado, que no atraque al Instituto de Seguridad Social mediante la imposición de atenciones sanitarias no financiadas y que fortalezca esquemas de prevención, autocuidado, educación para la salud, cuidados paliativos de alto contenido humano y calidez.
El derecho a la educación es incuestionable y tan prioritario como el derecho a la salud. La educación es la causa primera y la explicación cimera del progreso de los pueblos con justicia y equidad. Debe ser gratuita hasta culminar la secundaria. La universidad debería contemplar algunos escenarios ahora que se sabe que en Ucrania, por ejemplo, decenas de ecuatorianos pagaban por sus estudios. Toca ser creativos para cambiar las cosas. Es imperativo desarrollar carreras técnicas que otorguen títulos terminales y opciones de empleo tanto en el sector público como privado. Estas podrían ser de libre ingreso y gratuitas. Las tradicionales y masivamente demandadas como medicina y derecho deben seleccionar sus estudiantes, limitar los egresos para evitar frustraciones pues producen profesionales que no encuentran ubicación porque han saturado todas las opciones laborales, bajo relación de dependencia.
Las penosas declaraciones de algunos de jóvenes retornados de Ucrania solo reflejan el adoctrinamiento recibido durante la educación básica y la manipulación de la revolución ciudadana que posicionó, en todos los estamentos sociales, ideas como la de oponerse a toda iniciativa modernizadora del estado sin que esto represente, en la mayoría de casos, privatización de instituciones y empresas estatales. La libertad de los jóvenes, para conocer y ampliar su horizonte ideológico, fue constreñido al pensamiento único de la revolución ciudadana que además eliminó la enseñanza de moral y cívica. Triste realidad.
Se comenta la falta de operador político en el gobierno, se lo considera muy necesario para lograr, al menos con la asamblea, acuerdos mínimos de gobernabilidad. Tienen razón quienes opinan así, pero sería bueno tener un vocero que haga presentaciones pedagógicas, simples y claras para que la ciudadanía comprenda las ideas y planes del gobierno, caso contrario, la oposición sitúa mejor sus mensajes y crece repitiendo frases simples y demagógicas.
Gabriel Ordóñez Nieto
Marzo, 2022
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