El imaginario popular ecuatoriano utiliza mucho la figura del cuco para matizar historias, imaginarias casi todas, con el ánimo de asustar o meter miedo a quienes escuchaban las historias tejidas alrededor de los cucos que tenían distintos nombres, formas o vestimentas según la región en la que se escuchaban sus hazañas y aventuras.
En el devenir político del país se han mantenido vigentes por muchos años, décadas al menos, cucos que han sido aprovechados por grupos que no han cambiado ni su discurso ni sus plataformas de campaña. Se han mantenido invariables pese a los cambios que han ocurrido conforme han pasado los años y han evolucionado los comportamientos humanos gracias a la modernización y al uso masivo de la internet, redes sociales y medios de comunicación.
A modo de ejemplo se citan algunos. La lista puede enriquecerse y aumentarse con facilidad.
La privatización de empresas o instituciones del estado es el cuco que más se utiliza porque ha calado hondo entre quienes creen que concesionar, delegar o cualquier otra figura parecida va a entregar a la empresa privada determinados activos del estado, esto simplemente es imposible porque la constitución lo prohíbe y porque los usuarios de sus servicios jamás lo permitirían. El Instituto Ecuatoriano del Seguro Social es privado, pertenece a los afiliados, y ha sido tomado por los gobiernos para satisfacer sus afanes politiqueros y sus desaciertos en el manejo económico. Le deben (sustraído) tanto dinero que han optado por mirar a otro lado y fingir demencia.
La situación cambia, es diferente, cuando el estado administra empresas que participan en el mercado y que por ser mal administradas pierden dinero año tras año acumulando pérdidas millonarias de recursos que se deben orientar a solucionar problemas de salud, medicinas, educación y seguridad. Enancados en el cuco de la privatización están, desde hace 30 años o más, conspicuos y vitalicios dirigentes gremiales y de trabajadores.
Otro cuco que circula profusamente es el de la persecución política. Se pone en vigencia cada vez que algún funcionario enfrenta a la justicia porque le han imputado supuestos delitos en el ejercicio de sus cargos. El inefable presidente de la Conaie amparado por este subterfugio consiguió, junto a otros políticos, nada santos, amnistía concedida por la desprestigiada Asamblea Nacional. Personaje pintoresco, caricaturesco, hace el ridículo al presentar a nombre de una minoría respetable, pero minoría al fin, una serie de mandatos mientras se presta para ser manipulado por interesados en echar al traste la endeble democracia ecuatoriana.
Para no extender mucho este escrito se mencionará un cuco más. Vigente desde hace décadas sirve para que taimados y astutos personajes hagan mofa de la justicia ante la que se presentan pidiendo que se llegue “hasta las últimas consecuencias en las investigaciones en las que se hallan involucrados, gracias a este recurso, aparecen” ante la ciudadanía como adalides de la verdad, la probidad y la limpieza mientras ganan tiempo para ocultar o desvanecer sus fechorías.
Presidente Lasso, en sus manos, en sus decisiones está eliminar estos y otros muchos cucos que convertidos en aves de mal agüero amenazan a la paz y a la democracia. Los diálogos solo son posibles cuando hay interlocutores dispuestos a razonar, argumentar y ceder, no cuando la rigidez de pensamientos y posturas impiden avanzar un milímetro en procura de encontrar el terreno común, propicio para el logro de acuerdos mínimos para salvar la gobernabilidad y la patria. La muerte cruzada aparece, pese a sus innegables peligros, como el recurso más apropiado para alcanzar sus más caros intereses.
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